"Si he de ser sincero, toda mi época escolar no fue sino un aburrimiento constante y agotador que aumentaba de año en año debido a mi impaciencia por librarme de aquel fastidio rutinario. No recuerdo haberme sentido > en ningún momento de mis años escolares - monótonos, despiadados e insípidos- que nos amargaron a conciencia la época más libre y hermosa de la vida. (...) Era un aprendizaje apático e insulso, dirigido no hacia la vida sino al aprendizaje en sí, cosas que nos imponía la vieja pedagogía. Y el único momento realmente feliz y alegre que debo a la escuela fue el día en que sus puertas se cerraron a mi espalda para siempre."Eso cuenta Stefan Zweig de la escuela que le tocó en (mala) suerte padecer. Una mala suerte, sin embargo y como se ejemplifica cumplidamente en las páginas interiores de este libro, compartida por muchos escolares anteriores, coetáneos y posteriores al escritor austríaco. Este libro es, en su primera parte, un ensayo sobre la escuela >visto, resultó aborrecible para muchos de sus usuarios. Cómo era la pedagogía que se practicaba en esos lugares supuestamente educativos, porqué era, cómo era, qué es lo que queda de ella y qué puede tener de superable para el siglo XXI son las cuestiones sobre las que se reflexiona en este trabajo. La segunda parte del libro acoge escritos dispersos, unos largos y otros cortos, también relacionados con la institución escolar. El más extenso de ellos es el titulado "Una pedagogía de la felicidad", quizá para compensar lo del aborrecimiento.