Nemesio Castro, un joven investigador de apariencia despistada y aspecto
humilde, es encargado por el gobernador interino de Ourense de esclarecer
unas misteriosas muertes que se produjeron en la parroquia de San Xoán de
Barbadás, en el verano de 1856, aldea sometida a la jurisdicción de la Mitra
«donde el obispo y la parroquia de San Xoán poseían ricas viñas y otras
propiedades».
Luís Manuel García Mañá, comisario jefe de policía de Vigo, haciendo alarde
de sus conocimientos profesionales, teje una hermosa y cautivadora novela
policíaca a partir de unos hechos reales que tuvieron lugar en aquella
Galicia rural decimonónica. Hechos que, con «el fuego de San Antonio»,
tendrán repercusión casi cien años después.
Con equilibradas dosis de humor, acción y misterio, García Mañá traza un
fresco de una sociedad que se debate entre sus contradicciones internas, las
ansias de supervivencia y el inicio de la esperanzadora emigración
americana. La pugna entre el agro y lo urbano, la tradición y los tiempos
modernos de una Galicia que muere y otra que bosteza. En paralelo con la
investigación de los crímenes, afloran en la trama las luchas entre los
contrabandistas y las autoridades, entre carlistas y liberales, y, sobre
todo, entre los poderes civiles y eclesiásticos con la Ley de
Desamortización de fondo.
A modo de tenue pincelada impresionista, el autor introduce en el espacio
narrativo la existencia real del Coto Mixto, un lugar privilegiado en la
«raia» fronteriza con Portugal, entre Galicia y Tras-os-Montes, que a
mediados del siglo xix vivía del contrabando y mantuvo un estado de casi
independencia hasta la firma del tratado de Lisboa de 1864.