Premio Café Gijón de novela 1998.
Javier, un hombre a quien las miserias cotidianas hacen refugiarse en el cine, se ve inmerso en un misterio que escapa a cualquier explicación racional cuando la casualidad le lleva hasta una extraña filmoteca. Un viejo parecido a Borges, un joven obsesionado con Charlot cuya dependencia del cine es más peligrosa que su adicción a las drogas, un cineclub donde se programan interminables sesiones de una misma película a gusto de cada espectador, son algunos de los elementos de este relato.
Un inquietante relato cuyo verdadero protagonista no es otro que el cine: la distorsión de la realidad, la ilusión cinematográfica de la profundidad de campo.