Al otro lado del estrecho hay un país, Marruecos, y una cultura, el Magreb, prácticamente desconocida, aunque el flujo desigual de migraciones ?turismo, pateras- parezca indicar todo lo contrario. Si la literatura es una forma de conocimiento, la obra narrativa, en su conjunto, de Mohamed Chukri ?en Debate se han traducido sus libros El pan desnudo y Tiempo de errores- representa el mejor y más gozoso medio de introducirse en el interior de las gentes que allí viven: vidas, circunstancias, miedos, deseos, sueños.
En Rostros, amores, maldiciones la prosa desgarrada, aguda y precisa de Chukri alcanza sus mejores momentos al relatar el perfil interno y externo de quince personajes que se encuentran y desencuentran en la geografía nocturna y áspera de una ciudad literaria por excelencia: Tánger. Jugadores, extranjeros extraviados, alcohol, drogas, delincuentes... seres en la frontera de la marginalidad de los que el autor sabe extraer el mejor sentido de la supervivencia, de la dignidad y, paradójicamente, de la alegría. Un friso descarnado pero no exento de compasión en el que el lector encontrará las claves humanas de un mundo tan cercano como desconocido. Vuelve el mejor Mohamed Chukri.