Todo el mundo negocia, consciente o inconscientemente. De forma deliberada o espontánea, empleando técnicas o de forma intuitiva, la negociación está presente en nuestras vidas en todo momento. Negociamos nuestro salario, nuestras condiciones de trabajo, las características de nuestro desempeño o el cumplimiento de nuestros objetivos profesionales. Negociamos con nuestros superiores jerárquicos, con nuestros colaboradores y empleados, pero también con nuestros amigos, nuestro cónyuge y nuestros hijos. Negociamos cosas importantes y también aspectos triviales y cotidianos. La negociación forma parte de nuestra existencia. De hecho, es imposible no negociar. De una forma o de otra acabamos sumidos en algún tipo de proceso comunicativo e interactivo que puede ser identificado como negociación.
¿Qué es negociar? De alguna forma, negociar es conseguir los objetivos que nos proponemos. Por eso la habilidad negociadora es percibida como una de las más importantes por la mayoría de ejecutivos, directivos y profesionales.
Pero la negociación no es una imposición sino la capacidad demostrada para tender puentes de diálogo y de acuerdo con otras partes. Negociar supone la aceptación previa de la necesidad de interactuar con alguien, es una práctica democrática que requiere una actitud de gran receptividad y de máxima tolerancia. Negociar es escuchar, comprender, valorar, intercambiar, aprender, pactar, comunicar, acordar... La negociación va mucho más allá de un conjunto más o menos interesante y útil de técnicas. La capacidad de negociación va unida al desarrollo personal.