Isabel de Trastámara, más conocida como Isabel la Católica, no estaba destinada
a figurar con grandes letras en la Historia. No era la princesa heredera, la
educación que recibió de niña estaba encaminada a hacer de ella una infanta
más, dócil, piadosa y moderadamente culta. Sin embargo, un auténtico «asalto al
poder», orquestado inicialmente por la nobleza, la convirtió a los veinticuatro
años en reina de Castilla y, por su matrimonio con Fernando, en soberana
pactada de Aragón. La importancia de su reinado, punto de partida del Estado
Moderno, es indiscutible. Aún hoy, la figura de Isabel I es uno de los grandes
referentes en la memoria histórica colectiva de los españoles.
Alfredo Alvar Ezquerra traza un vigoroso fresco de aquel reinado tan crucial
como controvertido, al tiempo que responde a los numerosos interrogantes que
aún persisten acerca de la personalidad privada de la Reina.