El texto de Gabrielle Bossis se presenta como palabras del mismo Jesús, oídas por la mística y escritas por lla inmadiatamente. En los diálogos nada hay forzado ni excesivo; nada que quebrante la naturaleza humana o la obligue más allá de sus fuerzas. Es ciertamente una llamada reiterada y fervorosa a la disciplina interior, al asceitismo, al esfuerzo de cada uno sobre sí mismo, pero siempre profundamente humana.