Cuando hablamos de grandes travesías en pequeños veleros, de forma natural nos viene a la cabeza un nombre: Tilikum. El velero de tres palos, construido sobre el casco de una canoa india de 38 pies de eslora, llevaría a Voss y un tripulante a lo largo de más de 40.000 millas por todos los mares del mundo, probando sus cualidades marineras y la enorme experiencia de su capitán, curtido desde muy joven a bordo de aquellos grandes veleros, que protagonizaran tantas y tantas gestas.
En esta larga singladura, Voss tuvo la ocasión de probar y perfeccionar el sistema que consideraba el mejor para que una embarcación de pequeño porte como la suya, pudiese defenderse ante un mar embravecido: el ancla de capa. La polémica estaba lanzada, y aún hoy en día, defensores y detractores continúan argumentando los pros y los contras del artilugio de manera apasionada. Lo que nadie pone en duda es el alcance de la prestigiosa aventura vivida por este danés, nacionalizado canadiense, sólo equiparable a uno de los acontecimientos más trascendentales de su época en el ámbito marino: la primera vuelta al mundo en solitario de Joshua Slocum a bordo de su Spray.