Se trata de dos novelas en las que las oposiciones naturalismo frente a idealismo y tribulación frente a serenidad sirven para incidir en algunos de los temas más candentes de los límites entre el realismo y el simbolismo, además de ofrecer un peculiar retrato de la sociedad de la época. La lectura de Tolstoi y de los místicos españoles queda patente en estas dos obras cuyos protagonistas encarnan personajes-héroes movidos por un puro y elemental ideal cristiano.