En la historia de las ideas, Augusto Comte ocupa el lugar de un iniciador: crítico de su pasado, deseoso de un contacto polémico con su actualidad, hundido en el porvenir como una figura necesaria en el desarrollo espiritual, político y social de Occidente. En este trabajo, Comte convive sin discordia con la metafísica y la sociología, encaminando al lector en la histórica profundidad del positivismo.