Todo ello con una mirada libre de prejuicios, en ocasiones dura, pero siempre
sincera. El protagonista se aburre en los museos, se enfada en los hoteles, se
desespera con los guías, se emociona con los paisajes, se admira ante lo exótico
y lo bello, se burla de lo más sagrado y echa por tierra muchos de los mitos y
tópicos de la historia europea. Y lo cuenta. Pero con un humor, una ironía y una
frescura que, a la vez que divertirnos, nos hace reconsiderar muchas de las
ideas que tenemos de nosotros mismos.