Las grandes transformaciones de la Europa moderna, en una época decisiva de transición entre el mundo medieval y el contemporáneo, no podrían comprenderse sin el protagonismo, crucial y controvertido, de España. Las diversas comunidades de la Península, encuadradas en el Estado burocrático que se construía sobre la base de la tradicional monarquía hispánica, jugaron un importante papel en este proceso de cambio caracterizado por el crecimiento de la economía de mercado a escala mundial, el reforzamiento de la autoridad estatal y el impulso renovado de la influencia de la Iglesia de la Contrarreforma. Partiendo de esta perpectiva, y a través de una mirada que revaloriza el papel de la periferia peninsular, el autor analiza las condiciones estructurales de la historia española definidas por el medio físico, la demografía, la economía campesina y la hacienda imperial, así como los grupos sociales y las pautas culturales ligadas a un mundo dominado por los valores aristocráticos.