Resulta evidente que algunos vínculos externos limitan nuestra capacidad de decisión: tenemos poco tiempo y poca información, y el futuro se presenta incierto. Rara vez nos damos cuenta de que nuestras decisiones también están condicionadas por nuestra manera de enfocar la situación, las emociones o incluso la excesiva confianza que podamos tener en nosotros mismos. Además, cuando existen diversas alternativas en conflicto, la elección puede ser tan dificultosa que la situación acabe decidiendo por nosotros. Pero ¿se puede aprender a decidir? ¿Existen personas capaces de tomar siempre la decisión correcta? ¿Qué significa asumir la responsabilidad de las propias elecciones? Este libro es una brillante exposición no sólo de las estrategias que la mente adopta para decidir, sino también de algunas situaciones típicas en las cuales tanto los más expertos en la toma de decisiones como los más ingenuos pueden descubrirse víctimas de las mismas trampas cognitivas.