Gayo Plinio Secundo, llamado "el Viejo" para distinguirlo de su homónimo sobrino e hijo adoptivo, el también escritor Plinio "el Joven", ha pasado a la historia como un ejemplo de polifacética laboriosidad. Compatibilizó una carrera militar y administrativa coronada por altas responsabilidades, con una constante actividad literaria y erudita en torno a los más diversos asuntos; y fue su afán de saber, junto con el aún más noble de prestar ayuda a sus semejantes en peligro, el que lo llevó al encuentro de la muerte, el 24 de agosto del año 79 d. C., en la famosa erupción del volcán Vesubio que acabó con Pompeya, Herculano y varias otras poblaciones de la bahía de Nápoles. De la vasta producción de Plinio solo ha llegado a nosotros la Historia Natural, en treinta y siete libros, sin duda la enciclopedia antigua más amplia y erudita que conocemos. Tras describir el cosmos y el orbe conocido, Plinio pasa revista al mundo animal, comenzando por el propio hombre, para ocuparse luego del mundo vegetal y del mineral; y siempre con un sentido práctico, muy romano, que le hace prestar particular atención a las aplicaciones médicas de los productos naturales. Pero la Historia pliniana es, tanto como natural, cultural: contempla el mundo, ante y sobre todo, como el escenario de la vida y actividad humana y, movida por esa concepción, pone en primer plano todo cuanto el hombre ha sido capaz de hacer con la naturaleza. De ahí que, por ejemplo, al tratar de los metales y de los minerales, Plinio se extienda en interesantes excursos sobre arquitectura, escultura y pintura griega y romana, proporcionándonos noticias sobre obras y artistas de los que poco sabríamos sin su ayuda. La traducción, notas e índices de la obra corren a cargo de un equipo de especialistas coordinados por Ana M.ª Moure Casas, Catedrática de la Universidad Complutense. La amplia Introducción general fue escrita expresamente para la B. C. G. por Guy Serbat, Profesor Honorario de la Sorbona y uno de los mayores especialistas de todos los tiempos en la obra de Plinio.