Francisco García Marquina recorre la ciudad que le vio nacer y donde ha crecido conjuntamente con ella. En su indagación llega a plantearse la realidad de ambos. ¿Existe la ciudad?. Existe como una sensación y tiene la solidez de lo imaginario. Tampoco el poeta puede arriesgar otra hipótesis más segura sobre sí mismo. Pero es innecesaria mayor certeza para vivir.
La ciudad amanece y se nos entrega infundada, dejándonos la tarea de inventarla cada día.
Con un lenguaje armonioso, que fluye en un solo y largo poema, el autor revela esa diaria epopeya de la fundación de la ciudad.