«... El alma de Ángel Darío Carrero, en órbita sobre sí misma, deviene mandala que asedia reiteradamente el locus sagrado de la Trascendencia... Átomo que gira delicadamente sobre sí mismo y que es contrapartida infinitesimal del movimiento perenne de los astros, Ángel Darío remeda con su plegaria circular danzante la armonía y el ritmo último del universo. Y al hacerlo, buen franciscano al fin, vuelve a hacer bailar de amor a las estrellas ?"fratello sole, sorella luna"?. No cabe duda, "Llama del agua" es un poemario erótico-místico "écrit en dansant"» (Luce López-Baralt).