El vertiginoso desarrollo científico-tecnológico del mundo actual está consiguiendo hacer realidad las fantasías de hace sólo unas décadas, con un extraordinario potencial para la transformación de la naturaleza y la satisfacción de las necesidades; esto sin obviar que los logros y promesas de lo técnicamente posible no hacen sino relevar la injusticia de lo moralmente inaceptable, ocurriendo que los desafíos globales parecen construirse sobre el desprecio a los problemas y privaciones locales.