Hungría ofrece mucho más que Budapest y el Lago Balatón. Reducido a una fracción de su antigua dimensión, el país está lleno de contrastes, desde las frías montañas del norte, a la apacible campiña del oeste o la inmensidad de la Gran Llanura. Aunque no tiene mar, el agua está presente por todo el país: en sus ríos, sus lagos o surgiendo de la tierra en fuentes termales. La historia también está muy presente, explicando por qué sólo se encuentran viejas iglesias en ciertas partes del país, por qué palacios barrocos coexisten con mezquitas y minaretes o la causa de las marcas de las balas de un pasado no muy lejano.