Marcel Proust es el novelista más respetado del siglo XX, el escritor más influyente, el único autor que ha gozado de una indiscutible fama internacional.
Estos elogios no son vanos. Graham Greene, Virginia Woolf y Samuel Beckett se cuentan entre los numerosos escritores que han profesado admiración por Proust. Una de las quejas más amargas de André Gide en su madurez fue haber rechazado el primer volumen de En busca del tiempo perdido cuando acababa de fundar la editorial Gallimard.
En esta biografía, Edmund White penetra en la personalidad extraña y recluida de este genio carismático, que se pasaba la noche entera en su dormitorio con las paredes forradas de corcho reescribiendo obsesivamente su gran obra maestra. También nos descubre al niño solitario; al joven mundano e ingenioso; al adulto ávido de honores, y al homosexual inconfeso, un aspecto de la vida de Proust que se explora abiertamente por primera vez en este libro.
El retrato que perfila Edmund White devolverá a los lectores el tiempo de Proust.
«Proust fue el novelista más grande del siglo XX, como Tolstoi lo fue del XIX [...] Para quienes empezaron a escribir a finales de los años veinte o principios de los treinta, hay dos grandes influencias: Proust y Freud, que son complementarios.»
Graham Greene