Muchos críticos y lectores han querido ver en Quo
Vadis? una metáfora política de la Polonia en que vivió
su autor, Henryk Sienkiewicz (1846-1916), sojuzgada por el imperialismo
de Rusia (que sería la Roma Imperial) y su Zar (doble histórico
del César Nerón), equiparando así a los polacos de
entonces, que se habían levantado contra la ocupación rusa,
con los primeros cristianos perseguidos por Roma.
Para el lector indiferente a la épica del martirio,
Quo
Vadis? es también una excelente historia de tensión,
casi de terror, con elementos de thriller judicial, de novela de prisiones
y hasta de novela rosa. Una curiosidad, el buen aficionado a la narrativa
histórica encontrará en el infame personaje de Quilón
Quilónides un posible precedente de los actuales «detectives
con toga».
La novela comienza en el año 63 d.C., en tiempos
del César Nerón, de la dinastía de los Julios-Claudios,
y en ella seremos testigos del gran incendio de Roma, de las primeras persecuciones
de los cristianos y de los grandes festivales del circo romano; conoceremos
a un Nerón interesante, terrible y divertido, a un Tigelino exquisitamente
miserable, a unos San Pablo y San Pedro verosímiles, a una Popea
sensual, humana y peligrosa, a un Petronio, árbitro de la elegancia,
fascinante. Sienkiewicz sigue los Anales de Tácito, algunos escritos
apócrifos de los cristianos y los descubrimientos arqueológicos
de su época para mostrarnos aquel mundo pagano en todo su esplendor,
en sucesivos frescos que nos recuerdan el brillo y la épica de pintores
apasionados por la antigüedad clásica como Alma Tadema o Lord
Leighton.