En esta edad, la adolescencia está ya en sus inicios y comienzan a emerger múltiples y nuevas facetas de la conducta. Algunas se hacen manifiestas, pero otras permanecen en la penumbra, pues el chico no siempre se muestra abierto y comunicativo. En el hogar suele estar callado, dedicado a pensar y soñar. Pero en la escuela se observan otros aspectos completamente diferentes de su conducta: responde con interés a las asignaturas que se le imparten y demuestra gran capacidad para adquirir conocimientos por medio de la lectura, la audición y la visión.