En una sociedad en donde la ciencia está cada vez más presente en la vida cotidiana, parece necesario hacerla accesible a la mayor parte de los alumnos. No obstante, muchos datos revelan que éstos, en vez de asimilar las teorías y modelos científicos enseñados en clase, siguen interpretando el mundo según esquemas intuitivos o culturales ajenos a la ciencia. Por otra parte, cada vez hay más profesores de ciencias que comprueban, con frustración, que sus estudiantes apenas están interesados en ese saber científico y tienen también serias dificultades para utilizarlo en la resolución de problemas escolares o cotidianos.
La respuesta a esta crisis de la educación científica debe basarse en su renovación profunda que, sin renunciar a sus propósitos y contenidos esenciales -hacer participar a los alumnos y futuros ciudadanos de las actitudes, las formas de pensamiento y los modelos y teorías propios de la ciencia como discurso social- se apoye en la psicología de los alumnos.
Este libro, producto de la cooperación de un psicólogo con un profesor de química, propone un acercamiento entre la ciencia y la mente de los estudiantes, necesario para los profesores de ciencias, ya que suelen tener una formación específica en su materia pero un menor conocimiento de la psicología y de la didáctica que les ayude a beneficiarse de ese saber disciplinar. No se trata de proporcionar recetas ni soluciones preconcebidas, sino de ayudar a esos docentes a dar más sentido a su práctica y a superar las dificultades que conlleva, comprendiendo cómo aprenden ciencia sus alumnos y cómo, a través de su enseñanza, pueden ayudarles a asimilarla mejor.