'Lejos de la poesía española creada en contradicciones y devaneos culturales en los que sesenta y setenta, Fernando sorbe las verdades antiguas de la poesía, los maestros indicadores del sentimiento, de la tradición, de la pureza comunicativa: Celaya, Otero, Machado, la duda temblorosa entre las generaciones del 27 y del 36 (Neruda, Aleixandre, Guillén y su contemplación serena y dramática del tiempo y del amor). Más allá o más acá, la mesurada reserva intelectual de la generación del cincuenta que acaso Fernando Operé recibe por afinidad moral y ética más que por filiación literaria.