Toda la política es mitología. El nacionalismo es una mitología más, pero el nacionalismo español suele disfrazarse de sentido de Estado para luchar contra los nacionalismos periféricos, especialmente el nacionalismo vasco. Si éste exige el derecho de autodeterminación o la independencia, el nacionalismo español recurre a la criminalización y la razón de Estado, utilizando como coartada la lucha contra el terrorismo. El nacionalismo vasco es el cáncer, el terrorismo una ulcera. Contra el cáncer sólo cabe la extirpación, sin reparar en medios. El pacto de Lizarra ha sido, desde su nacimiento, el gran enemigo. La conjunción en el análisis, el método y los objetivos del nacionalismo moderdao y la izquierda abertzale es la metástasis del cáncer: El estallido de Lizarra, acompañdo por la tregua indefinida de ETA, disparó las alarmas del sistema. Era un desafío incontrolable, de poco servía la desaparición de la úlcera a cambio de la potenciación del cáncer: La historia de la tregua ha sido la crónica de una frustración anunciada, ante una negociación protagonizada por el Gobierno y ETA, inflexibilidad y maximalismo frente a frente. No hubo lealtad con la tregua. Ni se le concedió el tiempo necesario ni se tantearon sus potenciales reales