La ingeniería genética aplicada a la producción de los alimentos representa sin lugar a dudas la primera gran revolución tecnológica del siglo XXI. Estos nuevos alimentos son presentados por las compañias que los están desarrollando como la única alternativa posible frente a un mundo superpoblado en el que viven más de ochocientos millones de personas desnutridas. Actualmente se ensayan, y en algunos países ya se están cultivando, variedades transgénicas de soja resistentes a pesticidas, tomates con ablandamiento retardado, maíz productor de insecticida...Sin embargo, existe una corriente de opinión en contra de su producción, alegando posibles peligros para la salud de las personas y, particularmente, para el medio ambiente y las economías de los países en vías de desarrollo.