Tener los ensayos de Montaigne al alcance de la mano puede resultar una experiencia única en estos tiempos de ruido y prisa. Y no porque sean textos adormecedores sino porque, en medio de su aparente sosiego, de su aire de época, siembran una duda: la que desmonta nuestras rutinas. Quien descubre la fragilidad y al mismo tiempo la posibilidad de una libertad interior para el sujeto moderno puede ser un buen compañero de viaje. En estas viñetas, aforismos, glosas e ironías asistimos al nacimiento del ensayo en el sentido propio del término: aquella forma de discurrir escribiendo que pone en solfa toda evidencia y logra nuevas certezas para uso propio y común.