Cada día vemos cómo la sociedad cambia, a peor. Solo los aprovechados, por unos u otros motivos, no lo quieren ver así; bien porque la realidad no les interesa, o peor aún, porque no la perciben en la dimensión en la que ellos viven.
Nos han enseñado a engañarnos a nosotros mismos y hemos aprendido hasta tal punto que ya no vemos las manipulaciones que nos hacen. Las entendemos y asumimos como necesarios
axiomas, o como irremediable Sistema, para que la Democracia y el bienestar se perpetúen. Las máscaras ya no se quitan, porque forman parte de nuestras pieles, se han fundido con nosotros. Mentir, creer, intrigar o calumniar,
lo más discretamente posible, es nuestra nueva forma de vida, de la que únicamente los discapacitados mentales, por su inocencia, y las personas con fuertes traumas escapan a veces. Pero incluso a estos pocos privilegiados seres, la sociedad les intenta integrar, para que el Sistema perviva. Solo los axiomas aceptados socialmente permiten
la civilización. Toda idea es aceptada, pero nunca si está fuera
de estos, que son el colágeno del Sistema y los nódulos físicos de nuestros cerebros. Por eso avanzar realmente no es posible, lo que hay son cambios dentro de lo establecido por nosotros y por la Naturaleza.
Necesitamos otra programación genética, para poder despertar.