Los personajes del libro son niños que, como si el futuro estuviera ya escrito en ellos, anuncian a los adultos que serán, Héroes dignos y solitarios, los niños de Larbaud, incluso cuando desfilan de relumbrón, como meros fantasmas del pasado, tal "Raquel Frutiger" o "Dolly", son de hecho pequeños santos cuya inocencia aparece apenas contaminada por el catolicismo del autor, y hace resaltar, por contraste, la crueldad del mundo de los mayores, en el que Larbaud retrata los vicios de una clase social con la displicencia de un diletante pero también con el desamor de un taxidermista.