Aunque Svenia tiene ya doce años, es tan baja que todos la llaman pulga. Si tuviera unas deportivas con una suela gruesa... Pero sus padres se niegan a comprárselas. ¿Cómo podría conseguir el dinero? Por eso, acepta encantada trabajar de detective. Claro que tiene que espiar a todo el mundo: a su madre, a su padre y al chico más guapo de la ciudad.