Hay en estos poemas una sensibilidad tan cercana al mundo de la infancia, a la ternura y a la naturaleza contemplada desde la óptica infantil que sorprende. Sobre todo el eco de la fiesta, de los cantos, del descubrimiento de los compañeros de juegos como un universo al que se pertenece y que los mayores no tienen acceso. Estos poemas resultan hondos porque van a la música verdadera, nada es banal, todos parecen hechos para festejar la vida y la infancia como estado milagroso de felicidad.