La obra aborda uno de los problemas centrales de la teoría política: el conflicto entre el punto de vista del individuo y el punto de vista de la colectividad. Pues bien, ahora que el comunismo igualitarista ha fracasado y que el capitalismo democrático individualista continúa produciendo niveles moralmente inaceptables de desigualdad económica y social, este libro aclara la naturaleza de ese conflicto e intenta reconciliar ambas perspectivas con una propuesta de gran originalidad en el terreno de la teoría política.
Nagel no aborda el conflicto como una cuestión sobre la relación existente entre el individuo y la sociedad, sino, en su esencia y origen, como una cuestión sobre la relación de cada individuo consigo mismo. El punto de vista impersonal produce en cada uno una potente demanda en favor de la imparcialidad y la igualdad universales, mientras que la posición individual hace que surjan motivos y exigencias individualistas que obstaculizan la búsqueda y realización de esos ideales. La obra, así, acaba arguyendo que los sistemas políticos, para ser legítimos, deben alcanzar una integración de los dos puntos de vista, lo cual daría lugar a la explicación no utópica de la legitimidad política y a la aplicación de esa idea a problemas específicos como la desigualdad social y económica, la tolerancia, la justicia internacional y el apoyo público a la cultura.