Debía ser abogado y se descubrió artista; desde humilde copista en el Louvre a rey de los fauves; infatigable y paciente, Henri Matisse ha sabido fundir en su pintura la enseñanza de los antiguos maestros y las nuevas sugestiones del arte primitivo africano. Nacen así los fauves, una de las vanguardias más vibrantes del siglo XX, paralela al cubismo pero más libre de esquemas intelectuales. Matisse continúa fascinando con su inagotable alegría de vivir y pintar, su extraordinaria habilidad para el dibujo y su inconfundible explosión de color.