La segunda mitad del siglo XVIII ve surgir en el mundo occidental unos movimientos revolucionarios que, inspirados en el racinalismo ilustrado y protagonizados por la burguesía, llevan un profundo cambio en la estructura social y política del Antiguo Régimen. Las revoluciones burguesas. La revolución francesa trata de sintetizar todo este proceso haciendo especial hincapié en la Revolución Francesa. El modelo francés es, en efecto, el ejemplo más típico de la revolución burguesa y, aunque es un fenómeno espacial y temporalmente localizado, revela toda la complejidad de las transformaciones sociales y políticas que constituyen el inicio del mundo contemporáneo.